Podemos conocer qué es la vida, pero, ¿cómo se originó? En algún momento tuvo que surgir, a partir de materia inerte. Sin embargo, resulta muy difícil concebir que de simples moléculas inorgánicas puedan surgir organismos tan complejos como lo es un ser humano. Esta pregunta se la plantearon las personas desde que tuvieron conocimiento de la vida.
Se han realizado varias teorías sobre el origen de la vida, pero de entre ellas la más aceptada es la que elaboraron Oparin y Haldane, ambos de forma independiente, entre 1924 y 1928.
Para explicar cómo se formó la vida se remontaban unos cuatro mil millones de años, cuando el planeta Tierra estaba aún en sus primeras etapas. La Tierra era entonces muy diferente a como la conocemos hoy. Tenía una gran actividad volcánica y la atmósfera estaba llena de hidrógeno y compuestos altamente ricos en él, como el metano o el amoniaco, además de vapor de agua. La Tierra estaba sometida a la acción de los rayos ultravioletas del sol, que no eran frenados por la capa de ozono actual, ya que no había oxígeno en esta atmósfera primitiva. Todas estas características condicionarían la actividad química de los elementos. En lo que Oparin denominó sopa primigenia o caldo primitivo, algunos de estos elementos comenzaron a reaccionar entre sí, debido a la acción de la luz ultravioleta y a las descargas eléctricas provocadas por los relámpagos. Estas reacciones crearon una serie de moléculas orgánicas, compuestas de carbono, como los aminoácidos, que son la base de las proteínas. Durante mucho tiempo, este caldo se fue enriqueciendo con estas moléculas orgánicas, y se espesó y fue cambiando. En un momento determinado, se lograron condensar pequeñas moléculas que procedían del carbono con una membrana que las aislaba, pero a la vez permitía pasar ciertas sustancias. Las moléculas se fueron haciendo más complejas, y consiguieron reproducirse mediante copias idénticas de sí mismas. Esto fue posible gracias al ADN.
De esta forma y tras un largo proceso se creó la primera célula de la Tierra, llamada progenota, que sería capaz de reproducirse. A veces, una mutación en el ADN de alguna célula ocasionaba la aparición de células con características distintas, y la selección natural hizo el resto, permitiendo la variedad de células que posteriormente ocasionarían organismos distintos.
En 1952, Santley Miller y Harold Urey hicieron un experimento para verificar la teoría de Oparin y Haldane. Para ello, reprodujeron las condiciones que existían en la atmósfera primitiva de la Tierra. Sometieron metano, amoníaco, hidrógeno y vapor de agua a fuertes descargas eléctricas, simulando el caldo primitivo que creían que había existido. Tras varias semanas, se observó que había una serie de moléculas que se habían originado en ese caldo, como varios tipos de aminoácidos, glucosa y algunos ácidos.
Este experimento se ha repetido en innumerables ocasiones, y se han obtenido resultados similares, siempre que se han reproducido correctamente esas condiciones primitivas. En 1960, el español Juan Oró consiguió sintetizar adenina, esencial en los ácidos nucleicos que componen el ADN, y logró la síntesis de ribosa y desoxirribosa.
Sin embargo, aún no se han conseguido obtener proteínas. Solo ha sido verificada una parte de la teoría de Oparin, pero hay un salto gigante entre esas moléculas orgánicas, relativamente simples, hasta la formación de organismos complejos, desde una célula hasta los seres vivos actuales. Sin embargo, fue un éxito comprobar que parte es verdad. De cualquier forma, la naturaleza ha tenido una ventaja de millones de años; por lo tanto, no es de extrañar que en las pocas décadas que se ha dedicado a este estudio aún no se haya conseguido elaborar el mapa de origen de la vida.
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