jueves, 24 de noviembre de 2011

El impacto de la evolución en la sociedad (ejercicio 5, tema 2)

Casi siempre que surge una idea que rompe o contradice lo establecido la primera respuesta es de rechazo. Ha pasado en todas las épocas, y en la ciencia es donde mejor se observa, ya que es la que mayores avances revolucionarios trae. Sucedió con Copérnico y Galileo cuando afirmaron que la Tierra no era el centro del Universo; hoy día nos parece algo tan lógico que nos cuesta entender cómo fueron tan rechazados. Creemos tan firmemente en nuestros conocimientos y creencias que cuando algo, por evidente que sea, las hace tambalear, nos oponemos.


Inevitablemente, surgió con Darwin y su teoría de la evolución. Fue un impacto para la ciencia, pero donde más choque produjo fue en la sociedad. El propio Darwin retrasó hacer públicas sus ideas porque era consciente de lo que pasaría cuando lo hiciera; y no se equivocaba. Muchos sectores, como la Iglesia, se opusieron inmediatamente a la idea de que las especies puedan evolucionar y surgir a partir de otras anteriores, y desacreditaron la figura de Darwin. Aceptar estas ideas requería cambiar la concepción que tenía la gente de la vida. Suponía, como ya había pasado con Galileo, desplazar a los seres humanos y a Dios del papel principal que se habían adjudicado. No era una fuerza externa la que creaba o modificaba a los seres vivos: era azar, casualidades que en algún momento habían hecho que los organismos se tuvieran que enfrentar a unas circunstancias y a un entorno,y por casualidades de la genética unos individuos estaban más capacitados que otros; esto era lo que había determinado su evolución. No habían sido creados para un lugar o función concretos dentro del orden de la naturaleza, sino que su existencia era casual. Así, al menos, era como se veía esta teoría: como una amenaza, en vez de cómo una nueva visión sobre cómo funciona el mundo y los seres vivos.
El paso del tiempo, primero la ciencia y luego la sociedad, le dieron la razón. Aunque no es una teoría que se haya comprobado o completado al cien por cien y a pesar de que son muchos los que la niegan, sí se la toma como cierta.
Una curiosidad: la Iglesia Anglicana ha perdido perdón a Darwin por el perjuicio que en su momento le causaron. Con esto se puede decir, al menos, que es cierto que evolucionamos. 



De todo esto, la ciencia nos ha enseñado una cosa: no hay que creer a ciegas en nada y esto se refiere también a la propia ciencia. Sobre todo, no hay que limitar nuestras fronteras a nuestros propios conocimientos o creencias. Quizá mañana pueda venir algún Darwin a rompernos los esquemas.

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