martes, 22 de mayo de 2012

Biodiversidad y desarrollo sostenible. (Tema 6)

De la ameba al elefante hay un gran salto. Si pensamos en cada especie del mundo, vemos que son tan variadas que parece imposible que la vida pueda tomar tantas formas, y sobre todo que provenga de una única célula original.

Biodiversidad proviene de "bio", que significa vida, y diversidad; es decir, la biodiversidad es la variedad de la vida, la distintas formas que esta adopta. Desde que apareció el primer ser vivo en la Tierra, hace más de 3500 millones de años, la evolución ha originado miles de formas distintas de seres vivos. Desde las simples bacterias hasta los seres humanos, considerados la cúspide de la evolución, existen innumerables seres. Se conocen alrededor de 1800000 especies, pero éstas son tan solo el 10 % de las que se estiman que pueden existir.

La biodiversidad varía, y las especies desaparecen para dar paso a otras nuevas. Esto ha ocurrido desde el inicio de la vida. Extinciones masivas, por causas naturales, como por ejemplo, la de los dinosaurios, sirvieron para el desarrollo de otras nuevas, como la de los seres humanos. La desaparición de las especies es algo inevitable cuando cambia el medio en el que viven, bien de forma progresiva o bien de forma brusca, como puede ser la caída de un meteorito o una explosión volcánica. Darwin ya dijo que solo sobreviven aquellos más preparados; es por eso que ante cambios externos se extingan, muten, o nazcan nuevas especies.


El ser humano, como siempre, ha llegado para echar por tierra todas las teorías de la naturaleza. No es que dejen de ser ciertas, sino que hay que añadir a la ecuación un nuevo elemento: la mano del hombre. Se calcula que dentro de 55 años solo quedará la mitad de las especies actuales. Esto es debido a que las personas modifican los medios en los que se desenvuelven las especies, normalmente con un objetivo directo, y otras veces como un simple efecto secundario de su actividad. La deforestación o tala masiva de árboles; la contaminación, en todas sus variantes: atmosférica, de ríos y lagos, vertidos industriales...; la introducción de especies alóctonas en ecosistemas que no están preparados para ello, que compiten con las autóctonas y modifican la biosfera; incendios provocados por actividades humanas...Hay muchas causas y muy variadas, teniendo en cuenta que el hombre ha recorrido y modificado casi palmo a palmo de la superficie de la Tierra.

La cadena trófica es un ciclo, en el que todos los agentes garantizan su continuidad. Con el empobrecimiento de la biodiversidad, se corre el riesgo de romper el equilibrio natural. El resultado sería un efecto dominó que afectaría a todas las formas de vida, pues están interrelacionadas entre sí. 

Este problema es mucho más importante que la desaparición de especies. No se trata solo de perder riqueza en cuanto a biodiversidad, sino que esta pérdida repercute directamente en las personas y en la Tierra en su conjunto.

Todo está basado en la naturaleza. Desde el oxígeno que respiramos, la comida que comemos, las materias primas que utilizamos... Con la desaparición de especies, los ecosistemas de desestabilizan, y la cadena alimentaria rompe su equilibrio. Esta cadena trófica es un enorme ciclo que tiene su base en las plantas, que fabrican materia orgánica, y que sigue desde los seres más diminutos y simples hasta nosotros. No pasa nada por quitar un eslabón o dos, pero si comienzan a desaparecer masivamente habrá un momento en que la cadena se rompa. Por lo tanto, la cantidad de alimentos se empobrecerá, así como todo lo que obtenemos de los seres vivos, incluyendo medicinas. De la misma manera, los recursos tales como la madera o los combustibles fósiles empobrecerán.

¿Cómo se puede preservar la biodiversidad, y al mismo tiempo no frenar el progreso ni las industrias? El modelo ideal que conseguiría ambas cosas recibe el nombre de desarrollo sostenible. Desarrollo sostenible consiste en combinar la satisfacción de las necesidades de las personas, sin que los recursos se vean en peligro. Esto implica que no se consume a un ritmo superior al que permite la regeneración de las materias primas, no se emiten contaminantes en cantidades superiores a las que la naturaleza puede "absorber"...
Un ejemplo sería talar bosques asegurando su repoblación.


¿Problemas? Muchos. Principalmente económicos, pero también de superpoblación, escasez de medios...Está claro que, a corto plazo, un desarrollo sostenible no es tan rentable. La producción siempre ha de ser menor que si explotamos la tierra de forma exagerada y masiva. ¿Pero y a largo plazo? A largo plazo se garantiza la disponibilidad de los recursos y la conservación de la biodiversidad. Es decir, es mucho más rentable un desarrollo sostenible que uno convencional, ya que al menos nos asegura la continuidad de las materias primas, si bien obtenemos esta de forma gradual que de una sola vez.



Un claro ejemplo de desarrollo sostenible lo encontramos en la dehesa. La dehesa es el ecosistema que surge a partir de bosques de encinas, robles, alcornoques...Este bosque mediterráneo se fue aclarando, como consecuencia de destinar parte de la tierra como cultivo, pero sin transformar por completo el medio. El resultado es una mezcla entre pastizal y bosque mediterráneo, en el que conviven fauna y flora silvestre y ganado. Un 24 % de la superficie arbolar en España es dehesa. Extremadura posee 41.630 kilómetros cuadrados.

La dehesa combina la silvicultura (aprovechamiento del monte), la ganadería y la agricultura. Además del ganado (principalmente porcino), se aprovechan otros recursos, como el corcho de los alcornoques.
Se trata de un tipo de explotación extensiva, en el que los animales se encuentran en libertad.


Además del beneficio que los seres humanos sacan de la dehesa, la mera existencia de esta constituye de por sí un valor: son espacios libres de contaminación, que favorecen la pureza del aire, previene incendios, por su distribución característica, conserva el suelo, además de fauna y flora autóctonas. En una dehesa de pueden encontrar 60 especies de aves, más de 20 de mamíferos y muchas más de reptiles y anfibios; 40 especies herbáceas y más de 130 de otro tipo de plantas.

Es, por tanto, una reserva natural, pero al mismo tiempo una explotación humana. 



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