sábado, 26 de mayo de 2012

Por los suelos: Problemas y desertización. (Tema 6, B)

El suelo nos sostiene, nos proporciona materias primas y sirve como sostén para el desarrollo de la vida. Sobre todo, nos alimenta. Todo lo que necesitamos proviene casi exclusivamente de él.
 No solo necesitamos un suelo fértil para que tenga capacidad de ser cultivado y dé una producción suficiente; necesitamos un suelo rico que dé nutrientes a las plantas, la base de toda cadena alimenticia, que luego alimentarán a los animales que nos sirven a nosotros.

Una vez más, el ser humano daña a la naturaleza, en este caso al suelo, por diversos motivos. Esto supone, además de afectarnos en el abastecimiento de alimentos, en pérdida de la biodiversidad, con todo lo que ello conlleva.


El daño al suelo se produce principalmente por cuatro factores:
- Contaminación. Si analizáramos cualquier fruta, veríamos que no es tan natural ni saludable como aparentemente parece. De hecho, comprobaríamos que presenta una gran cantidad de químicos, producto de pesticidas y herbicidas. Éstos, a la larga, empobrecen el suelo, alterando la cadena alimentaria mediante la destrucción de insectos, creando plagas más fuertes...En general, destruyendo y modificando el ecosistema.
- Urbanismo. El crecimiento de las ciudades ha hecho que se robe suelo a la naturaleza. No solo para convertirlo en terreno donde se construirán viviendas y edificios, sino para albergar las enormes infraestructuras que precisamos las personas. Esto implica además contaminación del entorno, y agotamiento de los recursos de la zona, como por ejemplo, pozos y aguas subterráneas.
- Deforestación. Consiste en la tala indiscriminada y masiva de árboles. La deforestación provoca la pérdida de miles de hectáreas de bosques en todo el mundo. Es más preocupante en aquellas áreas que se consideran "pulmones" de la Tierra, como el Amazonas, por su importancia y riqueza natural. Aún así, sucede en todos los países del mundo, y provoca no solo la pérdida de especies, sino la modificación de todo el ecosistema y hasta el clima de una región. La principal víctima de esto es, por supuesto, el suelo.


- Agricultura intensiva. Es aquella en la que se cultiva una sola especie vegetal, y se dedican grandes áreas para ello. Como consecuencia de la existencia de un solo tipo de planta en un territorio tan grande, se produce un deterioro de la tierra, por consumirse siempre los mismos nutrientes. Por otra parte, es obvio que la biodiversidad se empobrece, y ello acarrea todos los problemas que quedan reflejados en el artículo anterior.

¿Qué provoca el deterioro del suelo?
Principalmente, desertización, aunque son muchos los problemas derivados de ésto. La desertización consiste en el empobrecimiento del suelo, en un incremento de su erosión por parte del agua o el aire. Esto hace que las capas superficiales, ricas en nutrientes y humus, desaparezcan. El resultado es una tierra yerma e infértil.
Se predice que un 30 % de la superficie de España podrían sufrir desertización en un futuro cercano. Esto supone 159337 km2. El territorio más afectado es, como cabe suponer, el situado más al sur, aunque cada vez más regiones del interior y del norte se podrían ver en peligro. En Murcia, Valencia y Canarias, el riesgo afecta prácticamente al 100 % del territorio. La sigue Castilla La Mancha, en la que el 43 % de su territorio se ve afectado por la desertización; Cataluña, con un 42 %, Madrid, con un 37 5; Aragón, con un 28 %; Baleares, 25 % y Andalucía, con un 22, 30 % de su territorio en alto riesgo.

El color rojo corresponde a riesgo muy alto. El naranja, alto. En la escala de amarillos, va desde el más oscuro, que indica riesgo alto, hasta el más claro, que significa riesgo bajo o nulo, pasando por un grado de riesgo bajo. 

miércoles, 23 de mayo de 2012

El efecto invernadero (tema 6)

Nos quejamos de calor o frío, pero lo cierto es que la temperatura nunca oscila más de unos pocos grados. Hay un intervalo del que nunca sobrepasa. La Tierra está arropada por una inmensa manta que la protege de las oscilaciones bruscas a la que estaría sometida de no existir ésta. Es lo que se conoce como efecto invernadero; sin él, la temperatura media de la Tierra sería de unos menos veinte grados centígrados. La vida probablemente no existiría, al menos con las formas que tiene hoy en día.


Es conocido el efecto invernadero. Partimos de una capa de gases, entre los que se encuentra el dióxido de carbono, el metano, vapor de agua, óxidos de nitrógeno... Todos ellos actúan como un invernadero, reteniendo el calor dentro de la Tierra para que no escape de ésta. Cuando los rayos solares llegan a nuestro planeta, la superficie de éste los refleja, con lo que tienden a volver al espacio del que vinieron. Pero esta densa capa de gases retiene parte de ellos, de modo que el calor vuelve a la Tierra.


El efecto de esto es que la temperatura es siempre constante, y que tiene una media adecuada para la vida.
El sol emite una grandísima cantidad de energía, en distintas formas: radiación infrarroja, rayos UV, luz visible... A la Tierra llega una pequeña parte de esta energía que el sol emite, principalmente luz visible. Cuando los rayos llegan, pasan por la atmósfera hasta llegar a la superficie del planeta. Son fundamentales para la vida, entre otros motivos porque permiten realizar la fotosíntesis a las plantas, proceso por el que materia inorgánica se transforma en orgánica, siendo las plantas el pilar de la cadena alimenticia, y porque son las encargadas de suministrar oxígeno a la atmósfera, gas imprescindible para la vida


La Tierra es muchísimo más fría que el Sol. Cuando llega la luz a su superficie, no tiene la capacidad de devolver esta energía en forma de luz visible de nuevo, sino que lo hace como radiación infrarroja. Este tipo de radiación es la que los gases de efecto invernadero "atrapan", y reflejan de nuevo a la Tierra. Se produce un ciclo constante de intercambio de energía entre la atmósfera y la Tierra.


Hay un equilibrio de los gases invernaderos existentes en la atmósfera. Es decir, hay los suficiente como para mantener la temperatura idónea, pero no tantos como para que esta incremente demasiado.
El ejemplo lo tenemos en nuestros vecinos. Marte, con su delgada atmósfera y su escasez de gases de efecto invernadero, es muy frío, y en él no existe el agua líquida. Por otro lado, Venus tiene una atmósfera cuyos componentes son principalmente gases invernaderos; allí, la temperatura aumenta unos 500 grados centígrados por este efecto.

Todo ello nos lleva al siguiente punto. Si a mayor cantidad de gases invernaderos mayor temperatura, ¿es posible que el efecto invernadero varíe aquí en la Tierra si variara la cantidad de gases que lo provocan?
Aunque no toda la comunidad científica está de acuerdo en que exista una correlación directa entre gases invernaderos y aumento de temperatura (consideran que intervienen muchos más factores), un gran sector sí lo cree así. De hecho, este es pilar en el que se sustenta la teoría del cambio climático y el calentamiento global.

Hace casi dos siglos que el ser humano desarrolló su capacidad industrial. Con la llamada revolución industrial, cantidades masivas de gases, especialmente dióxido de carbono, se comenzaron a expulsar a la atmósfera. Más recientemente, la masificación de vehículos contribuye también a la emisión de este gas. Aunque es esencial para la vida, como hemos visto, un exceso podría provocar el engrosamiento de la capa de gases invernaderos, y como consecuencia mayor cantidad de energía reflejada por la Tierra quedaría atrapada en la atmósfera, volviendo a la Tierra y así sucesivamente, hasta elevar la temperatura. Se ha comprobado que ha incrementado una media de 0,6 grados centígrados en los últimos 30 años, y las consecuencias de esto ya se pueden observar.



¿De donde viene la mayoría del CO2 que emitimos? Este gas se produce principalmente en las reacciones de combustión de combustibles fósiles. Estos son el petroleo, el carbón, y el gas natural, además de todos sus derivados. Todos ellos se han creado de forma natural: el petróleo se creó a partir del placton, el carbón   es producto de la degradación de vegetales, y el gas natural es resultado de la formación de los anteriores, especialmente petróleo. Para que esto sea posible, todos los materiales se deben encontrar en unas situaciones especiales de presión y temperatura.

El proceso químico de su combustión genera gases como el monóxido y el dióxido de carbono. Miles de toneladas son emitidas a la atmósfera en todo el mundo. Esta es la razón principal por la que son tan polémicos y por la que se intenta buscar alternativas energéticas menos contaminantes.

Plataforma de extracción de petróleo

Por otra parte, los combustibles fósiles se clasifican dentro de las energías no renovables. Es decir, son un recurso limitado, que no se regenera por sí mismo de forma natural. Aunque sus reservas son muy grandes, no son infinitas y algún día, visto el ritmo con que se consumen, se acabarán. Segunda razón por la que estos combustibles deben cada vez quedar más relegados a un segundo plano y dar más importancia a otras fuentes, inagotables, como el aire o el agua.

No obstante, estamos lejos de conseguir esto. Es cierto que en los últimos años se ha tomado conciencia del problema de la situación, y grandes campañas han sido lanzadas para alertar sobre el uso excesivo de, por ejemplo, los plásticos o la gasolina. Al mismo tiempo, han surgido nuevas formas de producir energía, como la eólica, que utiliza la fuerza del viento para producir electricidad, o la hidrólica, que utiliza la del agua. La lista continua: geotérmica, de la biomasa, maremotriz...

Pero, como casi siempre, el poder económico puede más. Por la rentabilidad de los combustibles fósiles y por el negocio que mueve (el petróleo es uno de los indicadores económicos mundiales, y, además, mide la riqueza de un país) no se da el suficiente impulso a las energías renovables para que se abran paso.

¿Para qué usaremos los billetes cuando sea demasiado tarde para el calentamiento global, para abanicarnos?





martes, 22 de mayo de 2012

Biodiversidad y desarrollo sostenible. (Tema 6)

De la ameba al elefante hay un gran salto. Si pensamos en cada especie del mundo, vemos que son tan variadas que parece imposible que la vida pueda tomar tantas formas, y sobre todo que provenga de una única célula original.

Biodiversidad proviene de "bio", que significa vida, y diversidad; es decir, la biodiversidad es la variedad de la vida, la distintas formas que esta adopta. Desde que apareció el primer ser vivo en la Tierra, hace más de 3500 millones de años, la evolución ha originado miles de formas distintas de seres vivos. Desde las simples bacterias hasta los seres humanos, considerados la cúspide de la evolución, existen innumerables seres. Se conocen alrededor de 1800000 especies, pero éstas son tan solo el 10 % de las que se estiman que pueden existir.

La biodiversidad varía, y las especies desaparecen para dar paso a otras nuevas. Esto ha ocurrido desde el inicio de la vida. Extinciones masivas, por causas naturales, como por ejemplo, la de los dinosaurios, sirvieron para el desarrollo de otras nuevas, como la de los seres humanos. La desaparición de las especies es algo inevitable cuando cambia el medio en el que viven, bien de forma progresiva o bien de forma brusca, como puede ser la caída de un meteorito o una explosión volcánica. Darwin ya dijo que solo sobreviven aquellos más preparados; es por eso que ante cambios externos se extingan, muten, o nazcan nuevas especies.


El ser humano, como siempre, ha llegado para echar por tierra todas las teorías de la naturaleza. No es que dejen de ser ciertas, sino que hay que añadir a la ecuación un nuevo elemento: la mano del hombre. Se calcula que dentro de 55 años solo quedará la mitad de las especies actuales. Esto es debido a que las personas modifican los medios en los que se desenvuelven las especies, normalmente con un objetivo directo, y otras veces como un simple efecto secundario de su actividad. La deforestación o tala masiva de árboles; la contaminación, en todas sus variantes: atmosférica, de ríos y lagos, vertidos industriales...; la introducción de especies alóctonas en ecosistemas que no están preparados para ello, que compiten con las autóctonas y modifican la biosfera; incendios provocados por actividades humanas...Hay muchas causas y muy variadas, teniendo en cuenta que el hombre ha recorrido y modificado casi palmo a palmo de la superficie de la Tierra.

La cadena trófica es un ciclo, en el que todos los agentes garantizan su continuidad. Con el empobrecimiento de la biodiversidad, se corre el riesgo de romper el equilibrio natural. El resultado sería un efecto dominó que afectaría a todas las formas de vida, pues están interrelacionadas entre sí. 

Este problema es mucho más importante que la desaparición de especies. No se trata solo de perder riqueza en cuanto a biodiversidad, sino que esta pérdida repercute directamente en las personas y en la Tierra en su conjunto.

Todo está basado en la naturaleza. Desde el oxígeno que respiramos, la comida que comemos, las materias primas que utilizamos... Con la desaparición de especies, los ecosistemas de desestabilizan, y la cadena alimentaria rompe su equilibrio. Esta cadena trófica es un enorme ciclo que tiene su base en las plantas, que fabrican materia orgánica, y que sigue desde los seres más diminutos y simples hasta nosotros. No pasa nada por quitar un eslabón o dos, pero si comienzan a desaparecer masivamente habrá un momento en que la cadena se rompa. Por lo tanto, la cantidad de alimentos se empobrecerá, así como todo lo que obtenemos de los seres vivos, incluyendo medicinas. De la misma manera, los recursos tales como la madera o los combustibles fósiles empobrecerán.

¿Cómo se puede preservar la biodiversidad, y al mismo tiempo no frenar el progreso ni las industrias? El modelo ideal que conseguiría ambas cosas recibe el nombre de desarrollo sostenible. Desarrollo sostenible consiste en combinar la satisfacción de las necesidades de las personas, sin que los recursos se vean en peligro. Esto implica que no se consume a un ritmo superior al que permite la regeneración de las materias primas, no se emiten contaminantes en cantidades superiores a las que la naturaleza puede "absorber"...
Un ejemplo sería talar bosques asegurando su repoblación.


¿Problemas? Muchos. Principalmente económicos, pero también de superpoblación, escasez de medios...Está claro que, a corto plazo, un desarrollo sostenible no es tan rentable. La producción siempre ha de ser menor que si explotamos la tierra de forma exagerada y masiva. ¿Pero y a largo plazo? A largo plazo se garantiza la disponibilidad de los recursos y la conservación de la biodiversidad. Es decir, es mucho más rentable un desarrollo sostenible que uno convencional, ya que al menos nos asegura la continuidad de las materias primas, si bien obtenemos esta de forma gradual que de una sola vez.



Un claro ejemplo de desarrollo sostenible lo encontramos en la dehesa. La dehesa es el ecosistema que surge a partir de bosques de encinas, robles, alcornoques...Este bosque mediterráneo se fue aclarando, como consecuencia de destinar parte de la tierra como cultivo, pero sin transformar por completo el medio. El resultado es una mezcla entre pastizal y bosque mediterráneo, en el que conviven fauna y flora silvestre y ganado. Un 24 % de la superficie arbolar en España es dehesa. Extremadura posee 41.630 kilómetros cuadrados.

La dehesa combina la silvicultura (aprovechamiento del monte), la ganadería y la agricultura. Además del ganado (principalmente porcino), se aprovechan otros recursos, como el corcho de los alcornoques.
Se trata de un tipo de explotación extensiva, en el que los animales se encuentran en libertad.


Además del beneficio que los seres humanos sacan de la dehesa, la mera existencia de esta constituye de por sí un valor: son espacios libres de contaminación, que favorecen la pureza del aire, previene incendios, por su distribución característica, conserva el suelo, además de fauna y flora autóctonas. En una dehesa de pueden encontrar 60 especies de aves, más de 20 de mamíferos y muchas más de reptiles y anfibios; 40 especies herbáceas y más de 130 de otro tipo de plantas.

Es, por tanto, una reserva natural, pero al mismo tiempo una explotación humana. 



"Mejor prevenir que curar": principio de precaución en la ciencia. (Tema 6)

El ser humano ha sido (y es) incrédulo, además de tener un alto concepto de sí mismo, pensando que todo lo puede controlar y arreglar. Esto hace que cometa negligencias, especialmente en la ciencia. Suele ser el desconocimiento el que lleva a actuar así.

Es por eso que en la actualidad se usa el "principio de precaución". Consiste en tomar medidas para resolver una situación aunque no haya evidencias científicas. Es decir, se actúa por intuición o por sospechas de que existe verdaderamente un problema, aunque no esté claro el qué, o por qué. Se aplica principalmente para los problemas medioambientales. La explicación es que si esperamos a que la ciencia aclare cada punto, probablemente sea demasiado tarde si verdaderamente existe el problema.



El principio de precaución está regulado por ley. En el artículo 191 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea se establece que se recurrirá a dicho principio si aparece un riesgo, tanto medioambiental como para la salud humana, o vegetal o animal, que, aunque está identificado por la ciencia, ésta no puede dar datos exactos sobre la veracidad del peligro o sus causas.

Un ejemplo de como es aplicado el principio de precaución lo encontramos en las medidas tomadas a nivel internacional para reducir las emisiones de gases invernaderos, especialmente el dióxido de carbono (por ejemplo, con el Protocolo de Kioto), aunque no se haya demostrado que sean éstos los causantes del aumento de la temperatura. Tan solo se sospecha, pero el peligro de estar en lo cierto es tan alto que compensa tomar medidas incluso si nos equivocamos.

Considero que este principio ha supuesto un gran paso para evitar posibles daños por pasividad o no haber sabido detectarlos a tiempo. Por otra parte, las medidas que se toman nunca van a ser negativas; es decir, si reducimos la emisión de CO2, esto tiene un efecto positivo, incluso si no es el responsable del calentamiento global. Hay que actuar ahora que estamos a tiempo, para no tener que oir eso de "ya lo dijimos" cuando ya el problema no tenga solución.

La capa de ozono (Tema 6)

Somos frágiles ante los fenómenos terrestres, pero lo somos aún más ante los que provienen del espacio. De hecho, la vida es posible por un conjunto de elementos que protegen mil veces a la Tierra, como enormes burbujas que evitaran que cualquier soplo de aire espacial rompiera el equilibrio. Una de esas protecciones es la capa de ozono.

La capa de ozono está situada en la estratosfera, entre los 15 y los 40 km. En realidad no es una capa como tal; es una zona de la atmósfera donde la concentración de ozono es más elevada.
El ozono está formado por tres átomos de oxígeno unidos, y es la forma más reactiva de este elemento. Tiene una propiedad que es clave: impide el paso de los rayos ultravioletas, que si llegaran en su totalidad a la Tierra serían muy dañinos para las especies vivas. De hecho, antes de la existencia del oxígeno en la atmósfera (y por tanto del O3), las únicas especies de seres vivos eran células simples, que podían sobrevivir viviendo fuera del alcance de estas radiaciones.

Así se crea el ozono: un átomo de oxígeno radiactivo que ha sido desprendido se una a una molécula de oxígeno libre. 
El mecanismo por el que actúa como un filtro de las radiaciones ultravioletas consiste en mantener un equilibrio constante de la cantidad de ozono. El ozono se forma como consecuencia de la radiación ultravioleta, que desprende los dos átomos de oxígeno que forman una molécula de oxígeno libre (O2), convirtiéndolas en altamente radiactivas. Estos átomos libres se unen a una molécula de oxígeno, formándose el O3. En cambio, como acabamos de decir, la radiación ultravioleta rompe los enlaces del oxígeno, por lo que al volver a actuar sobre la molécula de ozono desprende de nuevo sus átomos. Así, al mismo tiempo que crea ozono, la radiación también lo destruye. En este proceso se gasta la mayor parte de la energía de las ondas ultravioletas, por lo que las que llegan a la Tierra tienen muy poca energía y no suponen ningún peligro.

Cuanto mayor sea la radiación solar mayor cantidad de ozono se genera: hay más ozono por el día que por la noche, en verano que en invierno y en el ecuador que en los polos.
Este mecanismo de creación y destrucción de ozono por acción de los rayos ultravioletas se conoce como ciclo de Chapman (se atribuye a Sydney Chapman, matemático, físico y geólogo, haber descubierto el proceso de formación del ozono, en 1930).

Ciclo de Chapman

¿Por qué está en peligro la capa de ozono?
Como hemos dicho, la cantidad de ozono que hay en la atmósfera se autorregula en función de las radiaciones solares. Pero este equilibrio puede romperse fácilmente. Es muy conocido el "agujero de la capa de ozono". Durante años y aún en la actualidad saltó la alarma cuando se comprobó que la capa de ozono se iba perdiendo progresivamente, formándose un gran agujero en ella, localizado en las zonas polares.

Tras investigar se llegó a la conclusión de que lo que destruía al ozono eran unos gases conocidos como CFCs, o clorofluorocarbonos. Estos son unos derivados de los hidrocarburos, en los que los átomos de hidrógeno han sido sustituidos por átomos de flúor y carbono. Estos gases eran muy comunes hace unos años, y se empleaban en sistemas de refrigeración y como propelente en aerosoles (gas utilizado para impulsar la sustancia de los aerosoles). Los CFCs tienen la característica de ser muy estables, y poder mantenerse inmutables por mucho tiempo. Así, suben a la atmósfera lentamente, hasta llegar a la estratosfera. Una vez allí, los rayos UV irradian a los CFCs, y como respuesta se produce la rotura de estos elementos y la liberación de un átomo de cloro que posee un electrón libre. Se le llama radical cloro, y es altamente radiactivo. Además, es bastante afín al ozono, provocando en él una serie de reacciones fotoquímicas que rompen la molécula de O3.
Se cree que un solo átomo de cloro podría destruir cien mil moléculas de ozono antes de ser neutralizado.

ozonoCFC002

En 1987 se firmó el Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional para controlar y frenar la emisión de gases CFCs. Se puso como límite el año 1996 para la total erradicación de estos gases en los países desarrollados, mientras que los que estaban en vías de desarrollo tenían un plazo de diez años más. 
En la actualidad se considera "solucionado" el problema, debido a que se han dejado de emitir CFCs. Aún así, se prevee que hasta 2050 no se habrá reestablecido la cantidad de ozono, y que hasta 2024 no se podrían apreciar resultados significativos de esta mejoría. 

Agujero de la capa de ozono. Fecha año 2000. 

sábado, 19 de mayo de 2012

Cambio climático: "Highway to hell" (tema 6, ejercicio 1)

Probablemente esta es la canción que mejor defina al cambio climático y todo la polémica y preocupación que le rodea. Así es al menos como la mayoría lo ve, como una "autopista hacia el infierno" en el que el hombre destruye la Tierra, que cada vez es un lugar más caliente, árido y yermo. Todos hemos leído más de un titular que, acompañado de fotos de tornados, huracanes, sequías, inundaciones y todos los fenómenos posibles, anunciaba de forma apocalíptica el cambio climático y sus consecuencias.


Pero, ¿en qué consiste el cambio climático?
Que el cambio climático existe es un hecho. En realidad, el clima es algo que cambia continuamente y que evoluciona a lo largo de la historia, por lo que no podemos tener la concepción del clima como algo estable y pacífico que de pronto se ha levantado en unas pocas décadas, rompiendo el equilibrio. Ha habido cambios climáticos cíclicos desde la formación de la Tierra, y no significa que sean ni beneficiosos ni perjudiciales, pues se han producido de forma natural e inevitable. Son conocidas las sucesivas glaciaciones y periodos de intensa desertización, entre los cuales la temperatura ha oscilado de una manera bastante agresiva. Pero el cambio climático, tal y como se entiende hoy en día, es la variación del clima que se ha producido desde hace algo más de un siglo y que algunos relacionan con la revolución industrial. Estos cambios consisten principalmente en un aumento de la temperatura terrestre, que ha incrementado una media de 0,6 grados centígrados en los últimos 30 años.

Aunque posee muchos datos difíciles de analizar, podemos fijarnos en cómo el clima presenta ciclos respecto a su temperatura. Desde hace cerca de 5000 años, ha habido máximos y mínimos. Se puede observar la situación actual al final de la gráfica. 

Las consecuencias de esto son claramente observables en la actualidad: glaciares que desaparecen, polos que se derriten, nieves que han dejado de ser perpetuas. Disminución del agua potable, además de sequías. Posibilidad de inundaciones como consecuencia de la subida del nivel del mar. La lista es infinita.





Glaciar "Muir", Alaska. Año 1900 y actualidad. Ejemplo de glaciar que se ha derretido como consecuencia del aumento de la temperatura. 
(Fuente. Más fotos de glaciares derretidos). 





Dos teorías: el sol vs el hombre. 

El cambio climático se ha atribuido a la acción del ser humano. No sé si a un nivel científico está tan arraigado, pero lo que al público llega y lo que cree es indudable: preguntes a quien preguntes te dirá que el clima lo cambiamos nosotros, mediante diversas acciones. Es lo que se llama antropogénesis ("creado por el hombre").

Esta teoría se basa en la inmensa cantidad de CO2 que las personas liberan a la atmósfera, principalmente a través de industrias y vehículos. Hay que tener claro que el CO2 es un gas necesario para la vida y que se encuentra de manera natural en todo ser vivo y en la atmósfera. Es uno de los principales gases de efecto invernadero, junto con otros como el metano o los óxidos de nitrógeno.



El efecto invernadero consiste en que una capa de estos gases que hemos nombrado situada en la atmósfera "atrapa" los rayos solares, impidiendo que todo el calor que el sol emite se disipe. Es decir, cuando el calor llega la Tierra, esta lo refleja, de modo que tiende a volver al espacio. Pero los gases de efecto invernadero evitan que se escape todo, dejando la Tierra siempre a una temperatura lo suficientemente cálida como para permitir el desarrollo de la vida. Si no existiera este efecto, la Tierra sería un planeta desolado en el que se alcanzarían grandes máximos y mínimos de temperatura, sin nada que lo regulara y mantuviera en una media aceptable.
El efecto invernadero es positivo. Este es otro de los errores que se suelen cometer: hablar de este efecto como si fuera un gran perjuicio, sin mencionar que es uno de los elementos claves para la vida.

Evolución de la temperatura y del CO2. Se ve que hay una relación entre las cantidades de uno y de otro. 


El problema llega cuando la emisión de estos gases (CO2) en exceso por el ser humano hace que la capa que retiene el calor engruese. Al haber más gas, menor cantidad de calor consigue "traspasarla", y se queda atrapada en la Tierra. Todo esto provoca un aumento de la temperatura, conocido como calentamiento global o simplemente cambio climático.


Representación del efecto invernadero. La tapa del recipiente sería la capa de gases de efecto invernadero. Esta capa retiene parte del calor que le llega de fuera, manteniendo una temperatura constante para la conservación del chocolate. ¿Qué pasaría si la tapa engrosase? Que retendría más calor y reflejaría menos, aumentando la temperatura del interior. El chocolate se acabaría derritiendo. Es algo similar a lo que pasa en la Tierra. 
Pero...
En la ciencia siempre hay un pero. ¿Es tan poderosa la acción humana como para influir en todo un planeta? Un importante sector científico lo duda. De hecho, cree que las aportaciones de gases que los seres humanos hacen a la atmósfera es muy inferior respecto al total de gases que se emiten de forma natural, formando un porcentaje casi insignificante. ¿Por qué está cambiando el clima?


Para entenderlo, hay que explicar en qué se fundamenta esta teoría. Afirma que el cambio climático está ocurriendo (como hemos dicho, es algo innegable), pero que se ha malinterpretado la información. No es el CO2 el que provoque un aumento de la temperatura, es justo al contrario: mayor temperatura hace que haya mayor concentración de CO2. Esto es debido a que los mayores emisores de CO2 son los mares, que cuando se calientan pierden capacidad para disolver CO2 y lo liberan a la atmósfera (de la misma manera funciona al contrario). De hecho, hay un desfase de varios cientos de años con respecto al aumento de la temperatura y el CO2.

Gráfica que intenta demostrar el retraso de la variación del CO2 respecto a la  de la temperatura. 


Por otra parte, afirman que el máximo responsable de las variaciones del clima es el sol. No solo ya de manera directa, como es lógico, sino de forma indirecta a través del viento solar. La tierra es bombardeada continuamente por partículas atómicas procedentes del universo, que entre otros, son las responsables de que el vapor de agua se condense y forme las nubes. Las nubes son un sistema importante de refrigeración para la Tierra. Pero el viento solar, debido a su fuerte potencia, desvía estas partículas atómicas (procedentes según se cree de explosiones de supernovas); así, tampoco se forman nubes. Como consecuencia la temperatura aumenta, y el CO2 aumenta. Es el sol el que lo regula todo.

Relación entre la actividad solar y la temperatura. Como se ve están directamente relacionados. 



¿Pero por qué existen teorías tan distintas, si ambas están apoyadas en la ciencia? El triunfo de la ciencia se debe a su objetividad, a que se basa en hechos, en datos comprobables por cualquiera que posea los medios adecuados. No se pueden manipular los datos. Si la temperatura se comprueba que asciende, significa que realmente asciende; de la misma manera, si existe una clara correlación entre el CO2 y la temperatura, es un hecho indiscutible. La segunda característica de la ciencia es que si se parte de los hechos verdaderos y se siguen los procedimientos adecuados, el resultado ha de ser único y además ha de ser verdadero. Claro que esto es más teórico que práctico. Es más fácil recoger datos que interpretarlos. Y es aquí donde está el principal problema. Quizá los seres humanos no posean la suficiente capacidad como para llegar a comprender el total comportamiento del clima. Al fin y al cabo, apenas conocemos qué se mueve en el espacio, y somos una especie extremadamente joven como para conocer qué ha pasado en la Tierra, si bien los métodos indirectos dan una idea más o menos fiable.


En mi opinión, centrarse en una de las teorías, que pueden ser dos entre muchas otras posibles, es ir en contra misma de la ciencia. Ninguna de ellas ha demostrado al 100% poder explicar el comportamiento del clima en la Tierra y el origen del cambio climático actual. Está claro que la temperatura asciende, que el CO2 aumenta y que tiene un papel en el clima; pero también lo tienen los océanos, así como de una manera muy destacada el sol. ¿Cuál de estos elementos es más importante? Como sucede muchas veces en la naturaleza, no creo que se trate de la acción de uno de ellos, relegando el resto a factores insignificantes. Es el conjunto de todo, lo que regula el clima, como así está comprobado.

Si tan solo creemos en la antropogénesis, estamos dando un increíble poder al ser humano, uno mucho mayor que el que posee el sol y todo lo que de él se deriva junto. ¿Puede el CO2 que emitimos provocar cambios tan grandes? Parece que es así como nos gustaría que fuera, porque en cierto modo, es algo "que podría tener arreglo". Al fin y al cabo, es más fácil pensar que tenemos la culpa y que si nos portamos bien lo solucionaremos, a pensar que una simple variación en la actividad solar puede provocar efectos tan devastadores para la población humana. Por otra parte, se han apuntado motivos para atribuir al ser humano el cambio climático (por ejemplo, para evitar que países en vías de desarrollo se industrialicen).

Por otra parte, excluir a las personas del cambio climático es un acto de irresponsabilidad. ¿Cómo pueden tantas toneladas de CO2 pasar inadvertidas para el clima, incluso asumiendo que éste no es el principal motivo del calentamiento global? ¿Qué hay de la deforestación, del empobrecimiento de suelos fértiles por sobreexplotación, de la contaminación de aguas? Todo ello provoca un cambio en la biodiversidad y en la superficie de nuestro planeta, y ésta está intimamente relacionada con el clima.

Parece lógico, pues, que se busque prevenir posibles daños a pesar de la carencia de una seguridad plena mediante evidencias científicas. Es lo que se llama principio de precaución.  En cualquier caso, estamos seguros que cualquier acción a favor de preservar el equilibrio natural será positivo, por tanto, incluso si no podemos remediar el cambio climático, sí preservaremos mejor la biodiversidad del mundo. Pero hay también que abrirse a nuevas teorías. Podíamos estar ante un nuevo periodo climático, como ya los ha habido en la historia de la Tierra. Hay muchas posibilidades



Lo que sí es cierto es que la Tierra no es una gran despensa sin fondo de la que podamos extraer todo tipo de recursos y a la que podamos devolver todo tipo de basuras mientras los seres humanos nos damos un festín. Porque sabemos que tenemos medios suficientes para su destrucción, debemos cuidar el planeta más que nunca.