La ciencia en la publicidad.
La ciencia impone, y los publicistas lo saben mejor que nadie. Esto se debe, en gran medida, a la ignorancia, al desconocimiento y a la fe ciega que se tiene en la ciencia: ha traído tantos avances, y todos tan revolucionarios, que ya nos esperamos cualquier cosa. La ciencia cura enfermedades, trae la más sofisticada tecnología y resuelve los misterios que llevaban siglos sin resolverse. La mayoría de la gente no conoce los mecanismos que llevan hasta los resultados, ni la aparente complejidad que hay tras ellos. Por eso, es fácil que nos presenten soluciones, y las aceptemos sin preguntarnos siquiera cómo se ha llegado hasta ellas; o, en cambio, difíciles y complicados procesos, que eclipsan la sencillez de los resultados finales.
La ciencia impone, y los publicistas lo saben mejor que nadie. Esto se debe, en gran medida, a la ignorancia, al desconocimiento y a la fe ciega que se tiene en la ciencia: ha traído tantos avances, y todos tan revolucionarios, que ya nos esperamos cualquier cosa. La ciencia cura enfermedades, trae la más sofisticada tecnología y resuelve los misterios que llevaban siglos sin resolverse. La mayoría de la gente no conoce los mecanismos que llevan hasta los resultados, ni la aparente complejidad que hay tras ellos. Por eso, es fácil que nos presenten soluciones, y las aceptemos sin preguntarnos siquiera cómo se ha llegado hasta ellas; o, en cambio, difíciles y complicados procesos, que eclipsan la sencillez de los resultados finales.
Y es que nos gusta creer en la ciencia, o en la pseudociencia, que, para quién no sepa distinguir la línea que separa una de otra, son lo mismo. Nos gusta creer que tomando cierto batido no enfermaremos de tal cosa, que usando esta crema estaremos eternamente joven…Nos gusta pensar que, todo lo que deseamos, la ciencia lo ha hecho posible. ¿Por qué no iba a ser así? Al fin y al cabo, las vacunas parecerían un sueño para alguien que hubiese vivido antes de su existencia. ¿Por qué no iban a inventarse bebidas milagrosas o pulseras que previnieran enfermedades? Puede resultar descabellado, pero al final y al cabo, es ciencia.
Puede que haya algo de verdad tras los tecnicismos; y puede que X ingrediente funcione de verdad con lo que promete el producto. Pero su concentración suele ser tan baja que no harían efecto ni a largo plazo consumiéndolo a diario, y mucho menos a corto plazo como prometen. Es la excusa en las que se amparan las campañas publicitarias para no salirse de la legalidad.
Hay que ser escépticos y usar el sentido común. Plantearse que, si todas esas cosas funcionaran, ¿cómo es que la ciencia está tan avanzada para algunas cosas, a las que accede de forma tan fácil todo el mundo, y en cambio, muchas enfermedades siguen siendo una incógnita? Si es tan fácil prevenirlas tomando un sencillo batido, ¿cómo es que aún no se han erradicado?
El tiempo y la experimentación acaban demostrando el fraude que se suele esconder tras la publicidad. Pero mientras tanto, y aún así, las personas siguen confiando en ella y en la “ciencia” de la que se envuelven, llevándonos al consumismo absurdo e indiferente.
Este ejercicio me gusta mucho, es muy interesante
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