sábado, 14 de abril de 2012

El código genético (tema 5, ejercicio 3)

En otros artículos anteriores nos hemos preguntado qué era la vida y cómo se formaba. Pero, ¿cómo funciona? ¿Cómo es capaz una célula de reproducirse? ¿Qué hace que un animal produzca las sustancias que le permiten vivir, todo ello con un equilibrio tan preciso y exacto?
Parece como si detrás de cada ser vivo, desde la más insignificante ameba hasta la más evolucionada especie, estuviera un poder invisible que guiara cada acción de sus organismos de forma intencionada para producir en cada momento lo que cada momento necesita, para seguir mantiendolos vivos. Esto es algo que preocupó a los científicos mucho tiempo. Sin duda había algo en las células, que hacía que cada ser vivo pudiera realizar sus funciones. Además, las células se reproducían con bastante eficacia, y lo hacían también en el tiempo adecuado. ¿Qué es, entonces, lo que regula todo esto y caracteriza a cada ser vivo?

Esta especie de manual de instrucciones es el código genético.
Todas las células de un ser vivo almacenan en su interior, normalmente en su núcleo, material genético. Está compuesto por ADN, ácido desoxirribonucleico. De forma simple, podemos decir que son dos largas cadenas de nucleótidos, formadas por un glúcido (desoxirribosa), un ácido fosfórico y una base nitrogenada; es por estas bases por las que las dos cadenas se unen entre sí, formando la característica forma de doble hélice.


Llamamos código genético a la secuencia de bases. Comparándolo con el lenguaje hablado, llamaríamos letras a cada base nitrogenada y palabra a cada conjunto de bases que constituyen un mensaje. Es un código relativamente simple, ya que posee tan solo cuatro tipos de "palabras", cuatro bases distintas: citosina, que se une con guanina; y timina, que se une con adenina.


La información almacenada en el ADN es inmensa. De hecho, si descompactáramos este material y lo pusiéramos en fila, el ADN de una persona podría hacer 600 veces el camino  desde la Tierra hasta el Sol.


Ya sabemos como está formada la información, pero ésta no es más que una multitud de bases nitrogenadas colocadas en un determinado orden. Ahora pasamos a ver cómo esta información se lleva a la práctica.

El ADN nunca sale del núcleo de las células. Por ello, debe realizarse una copia, para que pueda viajar hasta las estructuras especializadas en su lectura. Esto se consigue con el ARN. El ADN se desenrolla, y unas enzimas se encargan de separar las bases nitrogenadas que unen las dos hebras; nuevas enzimas llevan hasta ellas nucleótidos, pero esta vez con ribosa, y uracilo en vez de timina, y se encargan de unir las bases nitrogenadas en el mismo orden en el que están en el ADN. Es decir, el ADN actúa como un molde. La transcripción continúa hasta que se ha traducido un gen completo. El resultado es una cadena de ARN, que tras su maduración, saldrá del núcleo hasta el citoplasma. Allí, los ribosomas "leerán" la secuencia de bases. A partir de una determinada señal (TAC en el ADN, que queda codificado en el ARN como AUG), comenzarán a unir aminoácidos, cada tres bases.
Es decir, un triplete se identifica con un aminoácido concreto. Según como sea esa secuencia de tres bases, será uno u otro. Así, un fragmento de ARN, procedente de un gen concreto del material genético del individuo, formará una determinada proteína.




Las proteínas son la base de todos los procesos que ocurren en un organismo. Además de constituir las estructuras, intervienen en todas las reacciones del cuerpo, regulándolas. La acción de la infinidad de proteínas que actúan en nuestro cuerpo está definida en todo momento por nuestro material genético, y en concreto, por el código genético.




Si pensamos en la inmensidad de formas de vida de nuestro planeta, parece increíble que todas ellas estén formadas por los mismos elementos, y que la diferencia entre ellas y la forma en que se regulan sea tan solo el  orden de bases nitrogenadas.

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