lunes, 30 de enero de 2012

Vivir peor para que otros vivan mejor. (ejercicio 1, tema 3)


¿Qué determina que una persona tenga una larga vida sana y que otra muera joven, víctima de una enfermedad que posiblemente tenía cura o, al menos, prevención? Básicamente es la suerte de nacer en una zona u otra del planeta. No hay esperanza posible si has nacido en cualquier pueblo remoto de África; las posibilidades de sufrir una enfermedad y acceder a los medios suficientes para tratarlas son muy remotas. En cambio, en los países desarrollados  un simple catarro está respaldado por un sistema médico que lo curará antes de que pueda ir a mayores.
Claro que no solo es determinante contar con el acceso a una sanidad de calidad y pública. También está la educación, lo que conlleva a su vez la adquisición de unos hábitos de higiene, alimentación y, en general, modo de vida saludables. Vivir en una sociedad que cumple todos estos requisitos garantiza una esperanza de vida alta y, sobre todo, de calidad.

Se ha implantando la globalización económica pero, ¿por qué no se implanta la globalización sanitaria o educativa? No es mucho más complicado que la primera. Pero entramos en conflicto con los intereses de los países ricos, con la continua y desorbitada necesidad de tener y querer más, haciendo que para que continúen su excesivo nivel de vida necesiten que una parte del planeta los sostengan a cambio del hambre, la pobreza y la muerte. La ciencia avanza a pasos de gigante, pero no lo hace así la mentalidad del hombre. A veces se trata de calmar la conciencia con grandes acuerdos mundiales, como los famosos Objetivos de Desarrollo del Milenio, cuyo plazo termina en 2015 y entre los que figuran erradicar la pobreza y el hambre, combatir el VIH y el paludismo y reducir la mortalidad infantil. En cambio, la esperanza de vida en países de África es menor que hace algunas décadas. El sida se afianza en este continente, que posee el 60 % de afectados del mundo, y que podría ascender a 90 millones en los próximos veinte años. Cada año, un millón de africanos muere de malaria. Somalia sufre desde el 2011 una intensa sequía que amenaza a tres millones de personas con morir de desnutrición. Una persona que nace en Angola vivirá de media unos 39 años, mientras que si lo hace en España, Francia o Italia, entre muchos otros, superará los 80.


 

Todo esto se podría cambiar exportando desde los países que tienen capacidad para ello una sanidad adecuada, una educación en lo que respecta a la salud, y en definitiva, los medios suficientes como para cubrir las necesidades que millones de personas demandan, y para lo que existen recursos y medios de sobra.  Pero mientras no se tenga voluntad para hacerlo, mientras la mayoría de la población lo permita, África se seguirá muriendo a cambio de que nosotros podamos ver cómo sucede en televisión.



jueves, 26 de enero de 2012

El milagro de los antibióticos. (Ejercicio 3, tema 3)

Un antibiótico es una sustancia química, originalmente producida por seres vivos, aunque también puede ser sintética, que mata o impide el desarrollo de algunos microorganismos, como bacterias, normalmente patógenos. Los antibióticos presentan toxicidad selectiva: son tóxicos para un determinado tipo de microorganismos, pero no tienen consecuencias para otros. Esto hace que se puedan utilizar para atacar las  bacterias que dañan a los seres vivos, dejando intactas las demás células de éste.


El término antibiótico fue utilizado por primera vez por Selman Waskman (uno de los descubridores, junto a varios de sus alumnos,  de la estreptomicina, que cura enfermedades como la tuberculosis). Waskman hablaba de "influencias antibióticas" refiriéndose a aquellas sustancias producidas por microorganismos que mataban a otros microorganismos. De hecho, el nombre antibiótico proviene del griego, y significa "en contra de la vida, o en contra de lo dado a la vida".
A pesar de que los antibióticos tales como los conocemos hoy tienen una historia relativamente corta, en realidad los primeros se usaban ya en China, Egipto o Grecia hace 2500 años. Claro que entonces tan solo se usaban ciertos mohos y plantas que, tras aplicarlos, se observaba que detenían ciertas infecciones. Esto era debido a que contenían sustancias antibióticas.

Las infecciones han afectado a la humanidad desde la Antigüedad. Eran la principal causa de muerte, sobre todo en épocas de inestabilidad o de guerra. De hecho, durante las batallas, las infecciones mataban más personas que directamente las armas. Además, su rápida expansión y el riesgo de ser contagiado hacían que fueran casi imposibles de tratar; es por esto que muchas veces prefería amputarse un miembro a correr el riesgo a que se sufriera una infección por la herida. Enfermedades como la sífilis, la neumonía, la gonorrea o la gangrena resultaban trágicas.

Por eso, resultaba esencial buscar un remedio eficaz que solucionara este problema. El verdadero adelanto vino con Alexander Fleming y su penicilina.


Alexander Fleming descubrió esta casi por casualidad. Médico y especialista en microbiología, buscaba una solución que acabara con los microorganismos patógenos sin dañar a las células del organismo. Pasó mucho tiempo sin encontrarlo, hasta que un día, revisando viejas placas Petri para escribir un artículo, encontró que en algunas de ellas, debido a su exposición al aire, habían desarrollado un cierto tipo de moho. Esto era algo bastante normal, que ya había sido observado por muchos científicos anteriores, pero a lo que no se le había concedido importancia. Sin embargo, Fleming observó que alrededor del moho las bacterias cultivadas en esa placa se habían retirado. Comprobó en varias placas Petri que sucedía lo mismo: donde había moho, no había bacterias. Esto le llevó a pensar que quizá ese moho atacara a ciertos microorganismos, hecho que verificó tras varias pruebas.

Esto fue un gran paso, pero ahora venía lo más difícil. Había que identificar y aislar la sustancia del moho,que Fleming llamó penicilina por ser creada por el hongo Penicillium notatum; y, sobre todo, había que averiguar si esta sustancia era tóxica o no para las células del organismo. No fue hasta casi más de una década después cuando se consiguió esto. Dos científicos, Ernst Boris Chain y Howard Walter Florey, tras varios años de investigación con la penicilina, lograron aislarla y purificarla mediante diferentes métodos químicos.

Esta sustancia purificada fue inyectada en ratones, que no resultaban contaminados por ella. Más tarde, también con ratones, se comprobó que la penicilina atacaba a la neumonía sin ser perjudicial para el resto de las células. La sustancia tan buscada había sido por fin hallada.



El salto a los humanos se produjo de una forma casi desesperada, cuando un amigo de Fleming estaba a punto de morir a causa de una infección. Fleming, en un último intento, le inyectó penicilina, tras lo cual el enfermo se recuperó completamente.

  

A partir de ahí, llegó el éxito de este nuevo antibiótico, así como de Fleming y sus colaboradores. La penicilina comenzó a usarse y a salvar miles de vidas. Se dice que Fleming que es posiblemente la persona que más vidas haya salvado a lo largo de la historia.
Hoy en día, no nos podemos imaginar la vida sin antibióticos. Enfermedades que en la actualidad resultan pasajeras y hasta sin importancia resultarían en muchos casos mortales. Y, aunque aún quedan muchas por tratar, el descubrimiento en su día de los antibióticos abre las esperanzas sobre cualquier enfermedad y su posible cura en el futuro.

lunes, 23 de enero de 2012

Trastornos mentales (ejercicio 7, tema 3)


Por trastorno mental se entiende cualquier alteración en los procesos cognitivos, es decir, cualquier anomalía en la capacidad de procesar información a partir de la percepción o del conocimiento que posee la persona, además de alteraciones en el desarrollo, en el comportamiento, transformación de la realidad o dificultades para adaptarse a las condiciones del entorno. Todo ello tomando como modelo el comportamiento de la sociedad o del grupo social de la persona, y considerándolo "anormal" si se varía ese comportamiento.
Aún así, es muy difícil definir y clasificar los trastornos mentales, en gran medida porque son difíciles de detectar,  en parte subjetivos y porque cada afectado sufre el trastorno de una manera diferente, con síntomas que pueden cambiar de una persona a otra. Por lo tanto, es muy difícil establecer un patrón común que englobe cada enfermedad. 

Los trastornos mentales se estudian dentro del campo de la psiquiatría y la medicina, y normalmente son provocadas por desórdenes químicos del cerebro. 
El tratamiento es muy variado y específico no solo para cada tipo de trastorno, sino para cada individuo concreto. En la mayoría de los casos requiere tomar psicofármacos, que ayuden a suavizar los síntomas más fuertes; incluye también intervención psicológica, que estudia los orígenes del trastorno, cómo se manifiesta y las posibles formas de erradicarlo. Además, es muy importante el aspecto integrativo en el tratamiento, con el que se intenta normalizar la vida de las personas afectadas por algún tipo de enfermedad mental.

Algunos de los principales trastornos mentales.

Estrés. 
Es una reacción fisiológica que tiene nuestro cuerpo como un mecanismo de defensa ante situaciones importantes o difíciles de superar. En un principio el estrés es un modo natural que facilita la supervivencia, pero se considera una patología cuando puede traer consigo graves problemas de salud, provocados por un determinado modo de vida. Es uno de los trastornos mentales más frecuentes y más padecidos.
Los síntomas suelen ser ansiedad, también una respuesta natural y necesaria del organismo, que cuando se convierte en crónica debe ser tratada, y tensión, además de dificultad para aprender nuevas cosas y un gran número de problemas que se derivan de los anteriores.


Neurosis.
Engloba a un gran número de trastornos que muestran un mal funcionamiento del sistema nervioso. No hay lesión física ni trastorno de la personalidad. Es una enfermedad que distorsiona el pensamiento racional, así como provoca una inadaptación a la vida social.
Los síntomas que ayudan a identificar la neurosis son, de nuevo, la ansiedad, además de una obsesión por evitar situaciones que puedan acarrear algún peligro, o una falta de relaciones sociales. Los trastornos más conocidos que pertenecen a este grupo son el pánico, las fobias, especialmente la fobia social, diversos tipos de trastornos de tipo obsesivo-compulsivo...
Sigmund Freud describía así a las personas que padecían este tipo de enfermedad:

Los neuróticos son aquella clase de seres humanos que en virtud de una organización refractaria sólo han conseguido, bajo el influjo de los reclamos culturales, una sofocación aparente, y en progresivo fracaso, de sus pulsiones, y que por eso sólo con un gran gasto de fuerzas, con un empobrecimiento interior, pueden costear su trabajo de colaboración en las obras de la cultura, o aun de tiempo en tiempo se ven precisados a suspenderlo en calidad de enfermos.

Esquizofrenia


Es una de las enfermedades más graves. Constituye un conjunto de síntomas psicológicos, que hacen muy difícil el desarrollo de la vida de una persona en todos sus ámbitos.
Entre sus síntomas están la visión de alucinaciones, ilusiones, pensamiento y habla incoherente, ansiedad muy fuerte o paranoia, y, en general, comportamiento extraño. Debido a esto, las personas que sufren esquizofrenia pierden experiencias, expresiones, poder, iniciativa...y, sobre todo, aislamiento, provocado por todos los síntomas anteriores.

Depresión

Es un desequilibrio emocional, que lleva a las personas que la sufren a sentirse siempre tristes o vacías, carentes de motivación y ayuda. Pierde el placer por las cosas que antes le gustaban, y sufre problemas de apetito, sueño y dolores. Normalmente esto va ligado a la ansiedad y la irritabilidad.
Muchas personas con depresión tienen pensamientos suicidas, y entre un 10-15% terminan por quitarse la vida.

Paranoia.

Este trastorno se caracteriza por la presencia de delirios o de sensaciones angustiantes, tales como estar siendo perseguido o por la creencia de estar destinado a una gran misión (delirio de grandeza). El delirio también se puede manifestar en los celos. Se cree que el origen de esta enfermedad puede estar en individuos muy narcisistas, que tras sufrir alguna frustración, se encuentran con una baja autoestima; la paranoia se desarrolla como protección a esta falta de autoestima.

Psicopatía

La psicopatía está clasificada como un trastorno mental antisocial. Se caracteriza por la incapacidad de empatizar con otras personas y de sentir remordimientos, lo que les lleva a crear un código de comportamiento propio, de forma que solo sentirán culpa si incumplen dicho código. Tienden a infravalorar a los demás como personas, por lo que no les importa utilizarlos para conseguir sus propios intereses, aunque la persona afectada por esta enfermedad no tiene que realizar el mal necesariamente.
La psicopatía también se caracteriza por conllevar unas necesidades que son primordiales para la persona, normalmente extravagantes o fuera de lo común, con formas atípicas de satisfacerlas. También conlleva un gran egocentrismo, lo que hace que estas personas trabajan solo para ellas mismas.

Aunque estos son los trastornos mentales más conocidos y comunes, no son, ni mucho menos, los únicos. La mayoría derivan de los anteriores, sobre todo del estrés o la depresión, y muchos son causados tras sufrir algún suceso traumático, así como también están condicionados por factores culturales. Son sufridos por un alto porcentaje de la población, aunque la mayoría no están diagnosticados por un médico o son ignorados por el propio paciente.
 Es importante conocer más sobre este tipo de problemas, y acabar así con la marginación o incomprensión que sufren las personas afectadas, a las que, además de los síntomas que sufren de su trastorno, hay que sumarles la descalificación que les impone la sociedad.