miércoles, 7 de marzo de 2012

La diabetes (ejercicio 4, tema 4)

La diabetes, de forma simple, es un trastorno metabólico producido por un alto índice de glucosa en la sangre. Esto se debe a que hay una anomalía respecto a la insulina que produce el organismo.
Seguramente hemos oído esto muchas veces, pero para comprender qué es esta enfermedad debemos conocer primero otros conceptos, para saber a qué se debe esta alteración y las posibles causas. 

La glucosa es un monosacárido (azúcar), que constituye la principal fuente de energía para el organismo. En el páncreas, concretamente en las células de los Islotes de Langerhans, se secreta una hormona, denominada insulina. Esta sustancia interviene en el metabolismo de los nutrientes. Entre otras funciones, estimula la incorporación de la glucosa desde la sangre hasta las células. Se produce cuando el nivel de glucosa en la sangre es alto, para intentar guardar un equilibrio que no resulte perjudicial para el organismo. Así, la glucosa pasa a las diferentes células, que la utilizarán para producir energía, en un proceso denominada glucólisis. 
Como hemos dicho, en un funcionamiento normal del organismo la insulina es liberada cuando hay demasiada glucosa en sangre. Sin embargo, en ocasiones hay alteraciones que provocan que este nivel alto sea "permanente", o difícil de regular. Es entonces cuando hablamos de diabetes, que puede estar provocada por varias causas:
- Un déficit en la producción de insulina. El páncreas produce poca, o directamente no produce, con lo que la glucosa se acumula en la sangre, ya que no hay nada que la estimule a pasar a las células. 
- Las células del cuerpo no asimilan bien la insulina. Los receptores que tienen para captarla y favorecer la entrada de la glucosa están alterados, por lo que la glucosa tampoco se incorpora a ellas de forma normal y se acumula. 

En ocasiones se pueden dar las dos causas. 
Cada célula de nuestro cuerpo necesita azúcar para energía. La insulina ayuda al azúcar de entrar en las células.
Funcionamiento de la insulina

Dependiendo de estas, se establece una clasificación de la diabetes. 
Se dice que es diabetes de tipo 1 si la alteración está en la destrucción de unas células de los Islotes de Langerhans del pancreas, y que tiene como consecuencia la baja o nula producción de insulina. Normalmente se detecta en personas jóvenes. El tratamiento consiste en la aplicación de una dosis de insulina externa, para compensar la carencia de ésta. También es posible realizar una operación, mediante la que se transplantan células del islote de Langerhans sanas al páncreas de una persona diabética. Si se realiza con éxito, el resultado será que el individuo comenzará a producir insulina de forma normal. 
Esta diabetes afecta alrededor de unos 5 millones de personas en todo el mundo.

El segundo tipo es la diabetes de tipo 2. Es el más común de todos, y se relaciona con la obesidad. Normalmente se padece a partir de la edad adulta. Está causado por un desajuste fisiológico. En este caso, el cuerpo sí produce insulina, pero no la puede aprovechar, debido a que los receptores de las células no la asimilan. Se produce lo que se denomina como resistencia a la insulina. Como aquí el problema no es la falta de la hormona insulina, el tratamiento no se encarga de suministrar esta al cuerpo, como en el tipo 1. Para tratarla, principalmente se adopta una dieta adecuada y un programa de ejercicio físico, con lo que se busca aumentar el metabolismo celular para evitar la acumulación de la glucosa. También existen medicamentos específicos para ayudar a mantener los niveles. 

Estimación de la evolución de la diabetes en España. 


La diabetes es una de las enfermedades más extendidas por todo el mundo. En América la sufren unos 33 millones de personas; 7 en África, 15 en Oriente Medio, 33 en Europa y 82 en Asia y Australia. Además, es una cifra que tiende a aumentar, debido principalmente a los malos hábitos de las sociedades avanzadas, que registran un alto índice de obesidad, tanto adulta como infantil, que es uno de los principales causantes de la diabetes del tipo 2. Aún así, los avances científicos hacen que esta enfermedad sea cada vez menos grave, y los enfermos sean más independientes, si bien no deja de ser una enfermedad crónica. 

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